Muchos símbolos utilizados durante la Navidad, como por ejemplo el árbol navideño, proceden de tradiciones y costumbres alemanas de hace muchos años. Los inmigrantes que llegaron a Norte América durante el siglo XIX llevaron con ellos lo que entonces eran las primeras tarjetas de la época festiva, utilizadas luego para las felicitaciones de Navidad, así como también la primera imagen moderna de Papá Noel (o Santa Klaus). A pesar de estos adornos los cuales se pueden considerar modernos, la tradición navideña alemana se remonta a la antigua fiesta romana de Saturnalia y las celebraciones paganas del solsticio de invierno.
Según la leyenda alemana, los terratenientes con dinero celebraban sus fiestas en sus salones y construían un altar de piedras planas colmadas con ramas de abeto. A las ramas se las prendía fuego para que así la diosa del hogar pudiera emerger del humo y otorgar buena fortuna para toda la familia. El cristianismo tuvo muchísimo poder durante la Edad Media, y por lo tanto los rituales antiguos paganos fueron reemplazados por la celebración del nacimiento de Cristo.
Los alimentos populares de Navidad en Alemania incluyen los panes de frutas horneados, también conocido como Atollen, las salchichas Bratwurst, las nueces tostadas y el postre conocido como Lebkuchen. La ciudad de Nuremberg fue el centro del comercio de especias y por lo tanto el Lebkuchen contiene una mezcla de especias entre las que se encuentran el cardamomo, el cilantro, el clavo, la canela y también azúcar (reflejando así la prosperidad de la ciudad). Otros platos populares alemanes navideños son los Zwetschgenmannia (con ciurelas pasas y nueces) o los Pfeferkuchen (pequeñas galletas redondas).
Pero ningún símbolo de la Navidad está más asociado con Alemania como el conocido abeto. Los árboles de hoja perenne han jugado un papel importante en los rituales religiosos desde la antigüedad, pero el árbol navideño tal y como lo conocemos hoy en día surgió de Alemania. Una leyenda afirma que el Niño Jesús se perdió en el bosque y un leñador y su esposa le dieron de comer y también un refugio para resguardarse. Para recompensarlos por sus buenas acciones, el niño Jesús rompió una rama de un árbol de hoja perenne y dijo que cada año éste siempre daría frutos en la época festiva. A partir de ese momento, de la rama crecerían manzanas de oro y nueces de plata todos los años por Navidad.
Otra leyenda cuenta que Martín Lutero, abrumado por la belleza de un abeto y las estrellas en el cielo, trajo el abeto a casa para compartirlo con su familia y para imitar a las estrellas que se cernían sobre el pesebre donde nació Cristo, Martín Lutero decoró el árbol con velas.
Se cual sea la historia, el hecho es que los adornos para Navidad que decoran nuestras casas todos los años tienen una tradición muy fuerte que viene desde este interesante país europeo cuna de mis antepasados, y de enorme influencia en muchos de mis trabajos
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